El origen del proyecto Flora Argentina (Plantas Vasculares) se vincula con emprendimientos previos, todos ellos generados por el interés común del medio y del gobierno de conocer las características y propiedades de los recursos naturales del territorio nacional. El primero de ellos está estrechamente vinculado con la creación de la Academia Nacional de Ciencias en Córdoba en 1873, cuyo Reglamento (que data del 10 de enero de 1874) establece entre sus funciones la de “Explorar y hacer conocer las riquezas naturales del país, fomentando sus gabinetes, laboratorios y museos…”. También se crean, para el cumplimiento de sus funciones, Establecimientos destinados a alojar las Colecciones de Mineralogía, Zoología y Botánica y una Biblioteca.

Fue uno de los primeros académicos, Paul Gunther Lorentz, quien inició las colecciones botánicas nacionales explorando las Sierras de Córdoba en el verano 1870-71; luego realizaría otras campañas al noroeste argentino, acompañado primero por el mineralogista Adolf Stelzner y luego por el botánico Geog Hieronymus. A partir de las plantas coleccionadas por Lorentz, se publicaron los dos primero libros sobre la Flora Argentina: Plantae Lorentzianae (1874) y Symbolae ad Floram Argentinam (1879). El autor de ambas publicaciones fue el reconocido Profesor August Grisebach, de la Universidad de Goettingen, a quien le fueron remitidos los originales de las colecciones, quedando en Córdoba los duplicados. En su obra, Grisebach reconoce 3192 taxones entre especies y variedades, de los cuales 720 fueron descriptos por primera vez.

Ya en el siglo XX, merecen ser mencionados como pioneros Carlos Spegazzini, quien iniciara el estudio de distintas Floras regionales (de la Provincia de Buenos Aires, de la Sierra de la Ventana, de Tandil, de La Plata (1901), que quedaron inconclusas y Hans Seckt (1918) con su Flora Bonariensis, la que sólo permite el reconocimiento de las plantas a nivel genérico. Entre 1943 y 1956, en el Instituto Miguel Lillo de Tucumán, H. R. Descole y colaboradores gestaron y desarrollaron parcialmente un proyecto de flora nacional del que sólo pudo concretarse la publicación de cinco volúmenes magníficamente editados e ilustrados, bajo el título Genera et species plantarum argentinarum.

En 1953, aparece el Manual de la Flora de los alrededores de Buenos Aires, de Ángel L. Cabrera, obra que bien puede considerarse la primera completa sobre el estudio florístico de una región determinada del territorio nacional.

Poco tiempo después, en una reunión convocada por el Ing. Arturo Ragonese, los botánicos argentinos sientan las bases de un programa sobre Floras Regionales, el que se instaura en 1959. A raíz de ello, el INTA firma convenios con diversas Instituciones, primero con el Museo de La Plata, para que el Dr. Ángel L. Cabrera y sus colaboradores, lleven a cabo la Flora de la Provincia de Buenos Aires. Desde su comienzo al presente, en el marco del Programa Floras Regionales se han publicado: Flora de la Provincia de Buenos Aires: completa (6 tomos), Flora Patagónica: completa (8 tomos), Flora de la Provincia de Entre Ríos: 5 tomos; Flora de la Provincia de Jujuy: 4 tomos, Flora Chaqueña: 11 fascículos publicados y un volumen correspondiente a Gramineae, Flora de San Juan: 2 volúmenes; también se publicó un estudio de la Flora of Tierra de Fuego por D.M. Moore. Además, en distintos institutos del país se continúa trabajando en distintos proyectos florísticos regionales.

No deben dejarse de lado en este resumen la existencia de algunos catálogos como el Catalogue des Phanerogames de l’Argentine producido por L. Hauman y G. Vanderve¬ken (Parte 1, 1917) y por L. Hauman e Irigoyen (Parte 2, 1923). Más recientemente, las Plantas Vasculares de la Argentina han sido tratadas en los Catálogos publicados, en cuatro entregas, por F. O. Zuloaga y colaboradores entre 1994 y 1999: Poaceae (Monogr. Syst. Bot. Missouri Bot. Gard. 47. 1994), Pteridophyta, Gymnospermae y Angiospermae – Monocotyledoneae (Monogr. Syst. Bot. Missouri Bot. Gard. 60. 1996) y Dicotyledoneae, Acanthaceae-Euphorbiaceae (Monogr. Syst. Bot. Missouri Bot. Gard. 74. 1999) y Dicotyledoneae Fabaceae-Zygophyllaceae (Monogr. Syst. Bot. Missouri Bot. Gard. 74. 1999).

En 1967, el CONICET crea un Comité Nacional para el Programa Biológico Internacional, destinado a elaborar un Programa Argentino en el marco del IBP (Internacional Biological Programme). Los temas que integraron el Programa fueron escogidos en función de su “real necesidad para la Argentina en lo concerniente a los mecanismos de la producción biológica, la adaptabilidad humana y la conservación de los recursos de la biosfera”. Uno de los temas dentro de Productividad Terrestre fue el de las Floras Regionales (Programa PROFLOR), en el que estaban incorporados, entre otros, estudios sobre ciertas floras (Jujuy, Patagonia, Entre Ríos, Centro de Argentina, Noreste, Mendoza) o sobre familias complejas (Gramíneas, Crucíferas, Quenopodiáceas y Ramnáceas) estudiadas en conjunto para las floras regionales de la Argentina. La participación argentina al PBI recién pudo iniciarse en 1970 y, con el tiempo, otras floras regionales se agregaron: del Valle de Lerma (Salta), Chaqueña, de Corrientes, San Juan, La Pampa, Santa Fe y Mendoza. Este proyecto tuvo una influencia decisiva en el desarrollo de los estudios florísticos regionales y, a su amparo, recibieron apoyo los grupos interesados en la taxonomía y florística regional de las Plantas Vasculares. Desde su creación y hasta 1982, fue su Director Ángel Cabrera, quien fuera sucedido en el cargo por Armando T. Hunziker hasta 1985. Lamentablemente, el programa no perduraría mucho tiempo más, pero sentó las bases para que años más tarde, Armando Hunziker propusiera a las autoridades de CONICET la creación de un programa con características similares.

En paralelo, entre 1982 y 1984, se destaca la obra que, en forma coordinada, se emprendió y concretó en el ámbito de la Sociedad Argentina de Botánica. En ese período, poco más de 60 botánicos mayoritariamente argentinos, con el apoyo económico de CONICET, del INTA y de algunas instituciones privadas, y con la coordinación de Armando T. Hunziker, redactaron un compendio que apareció publicado en 1984 en un volumen especial del Boletín de la Sociedad Argentina de Botánica (volumen 23) con el título “Los géneros de Fanerógamas de Argentina. Claves para su identificación”.

Pasados cinco años, PROFLOR se reactiva cuando, en 1990, el mismo Armando Hunziker con un grupo de botánicos locales propusieron al CONICET la creación de PROFLORA (Programa Flora Fanerogámica Argentina), en el que participaría la comunidad botánica argentina y quienes, desde el extranjero, estuvieran interesados en el estudio de la flora autóctona nacional. Serían sus objetivos la publicación de una Flora concisa y sinóptica, moderno inventario de las plantas con flores de la Argentina, que reflejara el estado de los conocimientos florísticos existentes. A la par, se esperaba que aquellos taxones y/o áreas geográficas que requirieran estudios más profundos serían claramente indicados, con el propósito de estimular el desarrollo de nuevas líneas de investigación. Otros de sus objetivos fueron estimular el desarrollo de la Botánica Taxonómica en el país a través de la formación de RRHH y consolidar la cooperación entre la comunidad botánica argentina y la de instituciones similares del mundo. La Flora representaría la primera síntesis taxonómica de las Fanerógamas de la Argentina, serviría como manual conciso de identificación y constituiría una valiosa herramienta de consulta en diversos campos de aplicación.

El momento era favorable, pues existía una demanda incipiente de quienes, desde distintas perspectivas, requerían información básica para emprender otro tipo de estudios, sea sobre los organismos en sí mismos o sobre aspectos aplicados, de conservación o de manejo, reconociéndose con su creación, la importancia estratégica que conlleva el conocimiento integrado de los recursos vegetales a escala territorial. Y, ya que las floras regionales no proveen información sobre las características de las plantas a través de toda de su área de distribución, la posibilidad de contar con una flora nacional fue muy bien recibida.

El Museo Botánico de la Universidad Nacional de Córdoba se constituyó como centro operativo para coordinar el proyecto; sus miembros fueron los encargados de diseñar la estructura y constituir un Comité Ejecutivo y una Comisión Asesora, esta última integrada por representantes de varias instituciones botánicas del país. Armando Hunziker fue su primer Director, siendo reemplazado luego de su deceso por F. Zuloaga (Instituto Darwinion) y Ana Anton (Museo Botánico Córdoba). Cuenta hasta hoy con 105 fascículos publicados, los que cubren más del 25 % del total de las especies.

Luego de analizar los logros alcanzados y las proyecciones futuras de PROFLORA, en el contexto actual, se ha decidido iniciar una nueva etapa que contemple tanto la publicación del producto en volúmenes como su difusión a través de la web.

Se estima que la obra contará con unos 20 volúmenes, siendo Poaceae la primera familia a editar merced a la obtención de un subsidio de la Andrew W. Mellon Foundation (USA), destinado tal fin. Luego, se pretende continuar con familias bien representadas, tales como las Cactaceae, Brassicaceae, Fabaceae, Solanaceae, Asteraceae, por citar algunas de las más importantes.

Para acceder a un mayor número de usuarios, en el nuevo diseño se ha decidido ampliar la información que se ofrece, incluyendo claves para la identificación de géneros, especies y taxones infraespecíficos, ampliando las descripciones e incorporando ilustraciones (figuras y, de ser posible, fotografías de las especies en su hábitat natural). El ordenamiento a seguir será el propuesto recientemente por el Angiosperm Phylogeny Group, 2016.

La Flora se ilustrará sobre la base de las figuras aparecidas en trabajos previamente publicados, tanto Floras como monografías, a las que se sumarán obras inéditas actualmente depositadas en el Museo Botánico de Córdoba (preparadas para la Flora del Centro de Argentina). En conjunto, se estima que existen más de 8000 especies ilustradas; a la par, unas 50.000 fotografías, generadas a lo largo de los viajes de campo de los últimos 15 años, también están disponibles. En ambos casos, se espera incorporar material novedoso en los próximos años. También se incluirán referencias bibliográficas, citas de ejemplares de herbario completas y observaciones si correspondiera. Los fascículos ya publicados servirán como base para elaborar los manuscritos bajo el nuevo formato.